Disciplina positiva en la escuela: ¿Cómo establecer límites con amor?

En la escuela, establecer límites con amor es fundamental para construir un entorno tranquilo, respetuoso y favorable para todos, fortaleciendo así el aprendizaje. Aquí encontrarás estrategias, basadas en los principios de la disciplina positiva en la escuela, que puedes aplicar en el aula para establecer los acuerdos de convivencia asertivamente.

Importancia de los límites claros y respetuosos

Los niños y adolescentes necesitan límites para sentirse seguros, saber qué se espera de ellos y aprender habilidades esenciales para la vida. Pero no basta con imponer normas, sino que es fundamental dialogarlas, explicarlas, acordarlas, y hacerlas cumplir con firmeza y amabilidad.

Tips para llegar a acuerdos con los estudiantes con firmeza y amabilidad.

Disicplina positiva en la escuela
  • Haz uso de indicaciones claras: No es lo mismo decir compórtate bien, a señalar como se debería llevar a cabo la acción. Es decir reemplaza frases como “no corras en el salón” por frases como “en el salón se camina, para mejorar la seguridad de todos”.
  • Sé firme y amable al mismo tiempo: Olvida las órdenes y, en su lugar, haz un uso adecuado del tono de tu voz para mostrar respeto, autoridad y amabilidad al mismo tiempo. Recuerda que no es lo mismo decir “pídele perdón a tu compañero” que decir “entiendo que te sientas molesto, ¿qué puedes hacer para solucionar la situación?”.
  • Explica a los estudiantes: Cuando hablamos con claridad a niños y adolescentes sobre la importancia de un límite, les damos a conocer por qué debe cumplirse y las posibles consecuencias de su incumplimiento. Por ejemplo: “Si no hacemos silencio durante la explicación, no podrán realizar la actividad correctamente”.
  • Deja que las consecuencias naturales hablen por sí solas: como adultos, muchas veces sentimos la necesidad de marcarles la pauta a los niños. En el afán de que no sufran, hacemos las cosas por ellos o repetimos la indicación más de dos veces. Sin embargo, esto les impide aprender de sus decisiones. Por ello, si hace frío y un niño decide salir al descanso sin abrigo, aprenderá que en los días de invierno debe usar su chaqueta.
  • Acordemos las consecuencias lógicas: A diferencia de las consecuencias naturales, en las consecuencias lógicas el adulto sí interviene. Pero no para mandar ni regañar, sino para acordar con los niños cuál será la consecuencia de una conducta inadecuada. Para que estas consecuencias no sean un castigo, deben cumplir con las 3 R y una U. Es decir que deben ser respetuosas, tener relación con la conducta, reparar la situación y ser útiles.

Estrategias prácticas de la disciplina positiva en la escuela para aplicar en el aula y establecer límites con amor.

  • Juntas de aula: Las juntas de aula son una herramienta de disciplina positiva en la esuela muy efectiva. Una vez a la semana, reúnete en círculo con tus estudiantes durante 20 minutos. Abre el espacio con una ronda de agradecimientos y cumplidos, utilizando un objeto para dar la palabra. Luego, revisen los asuntos pendientes en la agenda del aula, discutan los problemas consignados y busquen posibles soluciones que sean respetuosas para todos. Si como grupo deben organizar alguna actividad, este es el momento para dialogarlo. Finaliza la reunión con una actividad lúdica corta, que puede ser dirigida por el docente o con un liderazgo rotativo entre los estudiantes.
  • Pregunta, no mandes: los adultos solemos pensar que dar órdenes es la mejor manera de dar una indicación, pero esto no es del todo cierto. Decirles constantemente a los niños qué deben hacer y cuándo hacerlo puede volverlos más dependientes y dificultar que interioricen sus rutinas. En lugar de decir “Guarda los cuadernos, ya es hora de la merienda”, prueba con preguntas como: “¿Qué están haciendo tus compañeros ahora?” “¿Qué deberías hacer tú?” “Si ya acabaste la tarea, ¿qué debes hacer ahora?”
  • Conecta antes de corregir: Validar las emociones de los niños y adolescentes antes de corregirlos aumenta las posibilidades de que cooperen y la situación se resuelva sin mayores conflictos. Un ejemplo de esto es: Un día en el recreo, dos estudiantes de 9 años, Andrea y Pablo, discutían acaloradamente por un balón. Ambos querían jugar con él al mismo tiempo, y la situación estaba a punto de escalar. En lugar de imponer un castigo inmediato, me acerqué y validé sus emociones: ‘Veo que los dos quieren el balón y eso los hace sentir frustrados. ¿Cómo podemos solucionarlo para que ambos se sientan bien? espués de pensarlo, ellos mismos propusieron turnarse usando un temporizador. Este pequeño cambio les ayudó a comprender que los límites pueden negociarse con respeto y sin gritos.
  • Haz uso del modelamiento: Los niños te observan todo el tiempo y te ven como una figura a seguir. Por ello, una de las herramientas más poderosas que tiene el adulto para enseñar es su propio comportamiento. No podemos pedirles a los estudiantes que no griten a sus compañeros si nosotros, al dirigirnos a ellos, alzamos la voz.
  • Firmeza y amabilidad: Recuerda que el adulto eres tú y posiblemente los estudiantes quieran incumplir los acuerdos a los que llegaron, ya sea en la junta de aula o en una conversación individual. Este es el momento en donde sin juzgar o rescatar debes hacer que el acuerdo se cumpla o permitirle al estudiante experimentar la consecuencia lógica de su conducta.
  • Evita el NO: Muchas veces nos vemos obligados a hacer uso del no. Pero hagamos el siguiente ejercicio: solo imagina tu reacción cuando lees las siguientes frases: “no corras por el pasillo”, “no grites”, “no arrojes basura al piso”, “no pienses en elefantes rosados”. La mayoría de nosotros tenemos una imagen en la mente de las acciones que nos están diciendo que no hagamos, incluyendo el elefante rosado. Esto posiblemente nos lleva a replicar la acción que debemos evitar. ahora pensemos en las siguientes frases: “en el pasillo caminamos con calma”, “en el aula hablamos despacio”, “la basura va en la caneca”, “piensa en los elefantes”. Posiblemente cuando escuchamos o leemos estas frases, nuestra mente proyecta las imágenes de la acción señalada facilitando que lo repliquemos, por medio de nuestra conducta.

En la escuela, como en todo contexto social, los acuerdos de convivencia deben ser claros y respetuosos con todos sus integrantes. La disciplina positiva en la escuela, nos enseña que es posible establecer límites con amor, fomentando la cooperación, la autonomía y el sentido de pertenencia en los estudiantes.

Podemos comunicar los límites de manera que los estudiantes los asuman con respeto y autorregulación, en lugar de obedecer por miedo o imposición.

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